LOS TAJOS DEL RÍO CACÍN


El río Cacín pudo elegir entre virar hacia el sur o hacia el norte. Su madre, la Sierra de Almijara, prefirió que se dirigiera hacia el norte. Pensaba que si lo derivaba hacia el sur su vida sería corta y hasta es posible que se perdiera por alguna de las cuevas que hay por ese territorio. Al orientarlo hacia el norte, la Sierra de Almijara sabía que no iba a ser un río principal, que tendría que ser tributario de otro, pero no le importó. Tampoco le dio importancia a que no llegara a ser un río famoso y que sólo supieran de él los habitantes de las tierras por las que transcurría. De todas maneras estaba convencida de que el río Cacín estaba llamado a hacer grandes cosas.
Y no se equivocó la Sierra de Almijara, a poco de soltarlo por las tierras de la Comarca del Temple, el rió Cacín se empeñó en horadar un cañón que para sí lo quisieran esos grandes ríos que tanto presumen. Este lugar es conocido como los Tajos del río Cacín, donde más de seis kilómetros de montaña ahuecada  hacen las delicias de senderistas y visitantes. Las paredes de sus cortados rompen la monotonía de la verticalidad con las repisas que muestran restos de edificaciones antiguas o con el dibujo que los diferentes estratos horizontales trazan a lo largo de todo el recorrido.
El sendero que recorre el cañón es sinuoso, se acerca al río, se aleja o se mantiene a media altura, pero siempre irá escoltado por los paredones que a veces parecerán bocas hambrientas que te quieren devorar o enormes narices que olisquean nuestro rastro. En las zonas más anchas las paredes simulan la proa de un barco que apunta orgulloso hacía el cielo.
Mientras nos dejamos embaucar por las formas caprichosas de las rocas, el río discurre tranquilo, alguna cascada le aporta agua recogida en las tierras altas y el silencio se ve interrumpido por el fragor del agua al chocar con las piedras.
En las mesetas que se asoman al cañón, los almendros y los olivos miran con envidia los fresnos que crecen en la orilla bien regados y cubiertos de liquen.
No hay nada que reprochar al lugar, su orientación hace que se pueda disfrutar del sol de la mañana o de la tarde, según la época en la que lo visitemos.


Panorámica del cañón desde el pantano de los  Bermejales

El curso del río marcado por el bosque de galería




El lecho del río 


Enormes salientes que vigilan el sendero



Repisas que forman abrigos naturales


Panorámica desde la meseta



















Fotos: José A. Cortés

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