A la ciudad de York (Reino Unido) hay tres elementos que la definen: la catedral, los ríos Ouse y Foss, que la rodean, y la muralla que protege el casco antiguo.
La catedral presume de ser una de las más antiguas de Europa y podemos decir que sirve de faro a los visitantes que no conocen la ciudad, pues es referencia para orientarse al verse desde cualquier punto de la ciudad. Todas las calles situadas en el perímetro del templo formaban parte, en la antigüedad, del recinto de la abadía. Aún se conservan algunas puertas de entrada al recinto y algunos tramos de la cancela que la rodeaba.
Las mañanas de los domingos hay oficios religiosos durante los cuales están prohibidas las visitas. Para que ningún visitante entre el templo hay vigilantes en cada una de las puertas.
Construida entre 1220 y 1470 recoge en su fisonomía lo mejor del gótico y además de la grandiosidad destacan sus vidrieras, por las que vale la pena pagar la entrada de 10 libras.
Los ríos Ouse y Foss bañan literalmente la ciudad cuando en época de lluvias el Ouse se desborda e inunda las calles.
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