BAILANDO CON MARIPOSAS

             
Fotos: José A. Cortés


Río Guarnón
     Hace unos días mis piernas andarinas recalaron en la vereda de la Estrella en Sierra Nevada. El día prometía tranquilidad, la temperatura era suave y el cielo brillaba de azul intenso.  Según iba entrando la mañana y el sol calentaba, numerosos insectos y mariposas salían a nuestro encuentro, iban posándose de flor en flor siempre pendientes de nuestra presencia.
Superamos poco a poco los hitos que la senda nos marcaba-: primero llegamos al abuelo, el castaño centenario con una salud envidiable que en esta época del año crea con su follaje un microclima que invita a parar y descansar. El segundo hito es el cruce para el río Vadillo.        

  Hasta aquí hemos consumido dos horas de marcha acompañados en todo momento por el estruendo constante del río. El tercero nos lleva hasta el río Guarnón, antes pasamos por las minas de la Estrella. Al llegar al río, vimos su orilla alfombrada de mariposas, que se agrupaban por especies  en las zonas húmedas.







    Al principio me quedé observándolas para contarlas y disfrutas de sus formas y colores. Ahí estaban, la que llaman Pandora, la más grande de todas, se posaba aquí y allá sin decidir donde quedarse, mientras, pequeños grupos de mariposas de distintos colores y formas, concentradas por especies, se acercaban al agua totalmente ajenas a mi presencia. Algunas abrían las alas y formaban un pequeño tapiz en el suelo que podía ser ocre con puntos negros, azul o negro con puntos rojo.
            

       En un momento dado me acerqué al río para mojarme la cara  y  una nube de alas de distintas formas y colores revolotearon a mi alrededor. Con su aleteo silencioso, inquieto pero al mismo tiempo sereno me hicieron vivir un momento mágico que siempre pensé perteneciente al mundo de los sueños.




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