ATARDECER EN LA JANDA
Arrozal en la Janda |
Encharcamiento |
Encharcamiento en el arrozal |
La laguna de La Janda en la
provincia de Cádiz fue en otro tiempo un humedal salvaje que se formaba por el
encharcamiento natural de las aguas que se desbordaban del río
Barbate y algunos de sus afluentes. Fue paraíso de los cazadores y de los pocos
naturalistas que había hasta principios del siglo XX cuando se empezaron los
trabajos para desecarla. Para justificar el drenaje de la zona se alegaron
motivos sanitarios y económicos, como prevención del paludismo que hasta bien entrado el
siglo XX azotaba todas las zonas húmedas en España y al mismo tiempo se ponía en cultivo casi cuatro mil hectáreas de terreno que hasta entonces se
consideraba insalubre y marginal.
Situada entre Tarifa, Vejer, Barbate y Medina Sidonia era uno de los pocos humedales naturales que existían en la Península Ibérica y servía de descanso a las aves en sus migraciones hacia Africa.
Situada entre Tarifa, Vejer, Barbate y Medina Sidonia era uno de los pocos humedales naturales que existían en la Península Ibérica y servía de descanso a las aves en sus migraciones hacia Africa.
Arrozal |
Hoy ya no es
laguna de la Janda es solamente La Janda, un inmenso arrozal que en verano
mantiene el verdor y en el que a pesar de lo que disponga el hombre, el agua
brota de su suelo y, en algunos zonas forma pequeñas lagunas de poca
profundidad en las que se concentran las cigúeñuelas, espátulas, moritos,
cigüeñas y garzas. En los canales de desagüe que la rodean, calamones y patos
encuentran en sus orillas un lugar donde vivir circunstancial o
permanentemente.
Para disfrutar
de La Janda hay que visitarla al atardecer, cuando el sol se ha puesto entre
las montañas y el horizonte se tiñe de rojo mientras, los últimos rayos de sol
le prestan su color al verde del arrozal. En esos momentos, que podemos llamar
mágicos, miles de garcillas la atraviesan formando bandos tan anchos como el
mismo arrozal. A ellas se unen los moritos y cuando se mezclan forman grupos
mixtos, igual que los dormideros donde pasan la noche.
Dormidero de garzas y moritos |
En el silencio
de la tarde se escucha el aleteo de las
garcillas al sobrevolarnos, el grito constante de las cigüeñuelas, el croac de
las ranas y el insistente cric-cric de los grillos.
La luz del día se va perdiendo, en la lejanía se ven
las luces de los pueblos, las garcillas y moritos se han repartido
amigablemente el dormidero, las cigüeñas se han colocado en sus encinas para
pasar la noche y los mosquitos, dueños de la noche se agolpan alrededor de los
visitantes hasta echarlos del lugar y poco a poco la tarde deja paso a la noche
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