LAS FIESTAS DEL CORPUS EN GRANADA

Estos días atrás, los granaínos han estado muy ocupados celebrando las fiestas del Corpus. Como homenaje a las vividas por mis padres, hace un tiempo, escribí algunas de las historias que formaron parte de sus recuerdos de juventud. He aquí una de ellas.

"En la segunda mitad del siglo XX las ferias de los pueblos seguían siendo un mundo abierto a la novedad y la emoción, donde los artilugios mecánicos y los charlatanes se disputaban la atención de los visitantes, que vivían a medio camino entre la edad media y el siglo XX. Los artilugios mecánicos eran visitados principalmente por jóvenes deseosos de descargar adrenalina, aunque esa palabra aún no formara parte de su vocabulario y los charlatanes, hacían su agosto con las personas llegadas de los lugares más recónditos que en su fuero interno creían en los monstruos y personas sobrehumanas.
              “Señoras, señores, pasen y vean laquearabayanoara”, vociferaba uno de estos charlatanes a la puerta de una barraca.  El nombre como siempre, en femenino y en clave, dos ingredientes imprescindibles para que la curiosidad masculina se desboque y ya no exista en la feria otra cosa más importante que ver. Pronto se formaron largas colas en la puerta de la carpa que albergaba a tal fenómeno, los muchachos ilusionados y expectantes ante la posibilidad de ver un algo nunca visto; ellas algo más incrédulas, ponían cara de resignación, pensando en lo inocentes que eran, pues todo lo que fuera femenino despertaba su curiosidad, que no decrecía a pesar de los continuos desengaños. La fila avanzaba rápida, apenas había que esperar para entrar, la salida no se veía, nadie volvía a decir que había dentro. Mientras tanto el charlatán en la puerta seguía pregonando su atracción: “Señoras, señores, entren y vean, laquearabayanoara”, una vez cobrada la entrada y según se iba acercando el público a la carpa un olor a establo se iba haciendo cada vez más patente, al tiempo que leves mugidos se iban escuchando, aunque amortiguados por el rumor de la gente. Ellas  ya se iban preparando para reír un rato, los chicos   no eran conscientes de lo signos externos que se estaban manifestando por lo que imaginemos por un momento cual pudo ser la decepción de los visitantes masculinos cuando se encontraron  en un  entarimado a una vaca vieja y deslucida que antes araba y ya no ara.

Todo el entusiasmo y curiosidad que se veía a la entrada se convirtió en decepción  y reproches a la salida, Ellas aguantaban la risa mientras ellos se miraban con cara de pensar:”¿cómo he podido caer en la trampa?” . Aún así nadie mostraba su desilusión para que  todos picasen, alimentando con ello los bolsillos del charlatán. "

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