LOS PAISES BAJOS:
PRIMERAS IMPRESIONES
Siempre que se visitan los Países Bajos se empieza por Ámsterdam, quizás
sea porque esta ciudad, capital efectiva del país, reúne las características
humanas y físicas de Nederland. Casi siempre se llega en avión, por lo que la
primera vista es desde el aire. El aspecto que tiene es de una ciudad bien
estructurada, los colores que predominan son el rojo de sus edificios, el verde
de sus abundantes parques y de los prados que la rodean y el azul del agua y el cielo; en caso de que
el día no sea brillante en lugar de azul tendremos un gris plateado.
Acostumbrada a las ciudades de origen medieval en las que las calles se agolpan
alrededor de un núcleo central y en algunos casos con una estructura
laberíntica, Amsterdan rompe esos esquemas porque es una ciudad plana,
organizada en función de los canales que la atraviesan. Los edificios, en
general, son de poca altura y su fisonomía sigue siendo la misma que hace dos o
tres siglos. Algunos de ellos rematan su fachada en forma de gorro femenino del
siglo XVII. El material de construcción más utilizado es el ladrillo rojo y la
madera.
Oficialmente, su población no llega al millón de habitantes, pero es
posible que los visitantes la aumenten hasta un cincuenta por ciento. Ámsterdam
es la ciudad de la tolerancia y la sencillez. No tiene grandes palacios que
destaquen y que marquen los contrastes sociales, tampoco se ven entre la gente
estas diferencias. Sus canales, museos, coffee shops, barrio rojo, el mercado de las flores y sus
bicicletas se han convertido en sus señas de identidad y se puede decir que es
una de las ciudades con más personalidad de Europa.
Fotos: José B. Cortés y
Beatriz Guidone
Beatriz Guidone
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