LA CATEDRAL DE YORK



         La catedral de York se empezó a construir hacia 1290 y el proceso duró casi doscientos cincuenta años. Durante ese tiempo, la ciudad tuvo que ser la meca de canteros, talladores de madera, artesanos de las vidrieras y escultores. Todos ellos de manera anónima, sin dejar ninguna inscripción que los identifique tuvieron su “momento de gloria” al participar en la construcción de esta catedral. Seguramente se sucedieron varias generaciones de artesanos y algunos, incluso crearían escuela. Por esos años los que ahora consideramos artistas entonces sólo eran artesanos. Tuvo que llegar el Renacimiento para que las obras dejaran de ser anónimas y sus autores tuvieran nombres y apellidos.
          Como en casi todos estos edificios religiosos, lo político, lo religioso y lo profano se mezclan en su decoración,  los símbolos de las dinastías de Lancaster y Tudor, las escenas bíblicas en las vidrieras y los innumerables personajes y animales que decoran las cornisas de los muros interiores.
         Uno de los lugares más espectaculares es la Sala Capitular. Construida en forma de octógono regular con una cubierta que va subiendo sin ninguna columna central que la sustente. Siete de los ocho lados son vidrieras en las que se representan diferentes escenas de la biblia. Los días soleados estas vidrieras forman un calidoscopio de colores en el suelo de la Sala difícil de olvidar si se tiene la suerte de ver.

         Pero la catedral de York es algo más que un templo. En sus cimientos se encuentran los orígenes de esta ciudad que se remonta a la época romana. En ella fue proclamado emperador Constantino. 

Fotos: J. A. Cortés

Vidrieras de la sala capitular. 
Cúpula de la sala capitular

Restos de la catedral anterior a la actual

Detalle de una vidriera

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