Pasado y futuro, dos tiempos a conjugar

Balcones mirando al mar La capital es una ciudad pequeña articulada en torno al puerto. Hasta el siglo XVII  Sta. Cruz fue un centro comercial tan importante como Sevilla por lo que comerciantes de distintas nacionalidades se instalaron en ella. Dionisio O`Daly de origen irlandés fue uno de ellos que además promovió una iniciativa para que el Regidor de la ciudad fuera elegido por sufragio popular. Esta idea tuvo   la aprobación de la Corona de Castilla, por lo que en 1773 se eligieron por sufragio popular a los regidores. De ahí que la principal calle de la ciudad lleve su nombre.     Esta calle es la arteria principal en la que se encuentran las principales casas nobles y el edificio del Ayuntamiento. Cara al mar las casas más antiguas lucen unas balconadas de madera, una muestra de la arquitectura colonial .  En el siglo XVI estuvieron a punto de ser derribadas por orden de Felipe II, pero el barco que transportaba la orden naufragó y la orden nunca llegó, por lo que los is

       Situados en un cañón de piedras rojas, en el que los pinos cubren el valle que forman las paredes de roca.      Comenzamos en el salto del Cabrerizo, un mirador que nos enseña el valle en el que la piedra roja y los pinos forman una unidad paisajista singular. Para seguir la ruta de las pinturas rupestres hay que descender 250 metros hasta el fondo del cañón y hacer la ruta que comienza en el abrigo del Cabrerizo y continúa hasta el área recreativa de El Navazo donde se ubican una serie de pinturas bien señalizadas: dos en el Paraje del tío Campano y otras dos en el abrigo de Los Cazadores. La más espectacular y naturalista es una de las que se encuentra en el Paraje del tío Campano formada por un friso de dibujos de uros, ciervos y caballos tan bonitos y naturales como puedan ser los bisontes de Altamira.

 Fotos: José A. Cortés        Sendero que parte del Centro de Interpretación de Dornaque. En principio transcurre plácidamente por la orilla de un arroyo. De vez en cuando paredes rojas, pobladas de hiedra o arbustos salían a nuestro encuentro. Al llegar a las Tajadas pudimos ver cuatro abrigos con pinturas, uno de ellos muy bonito representaba una escena de una cierva bebiendo agua y otra como si saliera del río. La subida a la Peña de Hierro es dura porque el camino transcurre   por medio de un maremágnum de rocas caídas, aunque de una belleza salvaje. Lleno de rincones únicos y sobrecogedores al transcurrir entre   entrantes y salientes de las rocas, piedras que en algún momento de la historia se han desprendido de la pared en la que estaban sujetas y han rodado ladera abajo hasta encontrar un rincón en el que detenerse. La Peña de Hierro es una meseta desde la que se divisa   el valle que hemos recorrido. Tres colores predominan formando una unid