Pasado y futuro, dos tiempos a conjugar

             Nos dice Fernando Chueca Goitía, en su libro Breve Historia del Urbanismo que la ciudad es el escenario de la historia y si esta idea la aplicamos al pueblo en el que hemos crecido podemos decir que es el escenario de nuestra vida. Hay pueblos que tienen las dos características, el caso de Santafé es uno de ellos. Ver el plano de la ciudad y recorrer sus calles es un ejercicio de nostalgia personal y de análisis  histórico.                 Sin necesidad de leer muchos estudios de urbanismo, nos damos cuenta de que la ciudad de Santafé está ordenada como si de un campamento militar se tratara, en este caso el modelo tomado es el de la ciudad burgalesa de Briviesca, ciudad de origen romano. Dos calles, que se cruzan en la plaza, ordenan el territorio en cuartos.  Esta cruz que forman la calle Real y la Ancha está rematada en sus extremos por las puertas de entrada orientadas a los cuatro puntos cardinales. Los adarves rodean todo el recinto que antaño estuvo amurallado y

           Cuenta la historia que, la iglesia que se erigió cuando se fundó la ciudad de Santafé por los Reyes Católicos, duró apenas trescientos años. En 1773 estaba en avanzado estado de ruina por lo que por orden del rey Carlos III se procedió a su demolición y a la construcción de la actual Colegiata. Para ello el Rey libró la cantidad de seiscientos cuarenta y cuatro y más reales de vellón.                 Las obras se encargaron a Domingo Lois de Monteagudo tiene una planta rectangular con tres naves separadas por columnas de orden dórico. La fachada principal está orientada al este, donde se ubica la Plaza Mayor. El pórtico está sostenido por cuatro columnas en medio de las cuales se encuentran dos estatuas de los Reyes Católicos.                 Mientras duraron las obras, la capilla que había en el convento de los Padres Agustinos Descalzos, situado fuera de las murallas de la ciudad, hizo las funciones de templo parroquial. Para ello se acordó el traslado de todos los sí